Mi generación nació con el cine
en color pero nos reivindicamos intelectualmente en blanco y negro. El estreno
de aquellas películas que no pudieron ver nuestros padres ni hermanos mayores porque
estaban prohibidas en España, coincidió en el tiempo justo cuando despertábamos
a la realidad política y social del momento en nuestro país.
La Dolce Vita (1960) |
El Gran Dictador (1976*), El
Acorazado Potemkin (1977*), Viridiana (1977*), La Dolce Vita (1980*), Senderos
de Gloria (1986*) y muchas más que me dejo, fueron películas que no se pudieron ver hasta pasados veinte o treinta años
después de sus estrenos originales, algunas bien entrada la década de los
ochenta.
Marcello Mastroianni (Marcello Vincenzo Doménico Mastroianni)
protagonista de la “Dolce Vita” (Federico Fellini, 1960) nació en Fontana Liri,
una localidad de la provincia de Frosinone en la región de Lacio, un 28 de
septiembre de 1924 y desde luego había que ser muy italiano para tener un nombre
como ese, o por lo menos a mí me lo parece.
El Mastronianni de las películas que mis padres admiraban
–sobre todo mi madre- reflejaba bien el subconsciente colectivo reprimido de
aquello que todos los hombres españoles de la época querían ser, mientras las
mujeres españolas suspiraban porque, en efecto, lo fuesen.
1986 |
Por ese motivo nunca presté
mucha atención al cine que veían mis padres en general y a las de Mastronianni en
particular, me iban más las de vaqueros. Hasta que vi la Dolce Vita
estrenada en España en 1980. En esta película Mastronianni dejó de ser
Mastronianni y se tornó en Marcello:
guapo, lúcido, atormentado, nihilista…. Y aunque gran parte del mérito fuese
de Fellini, desde entonces, reconciliados con el personaje, toda mi generación
quisimos ser también Marcello Mastronianni. Algunos lo intentamos un
tiempo hasta que descubrimos a Lubitsch, otros todavía están en ello.
(*) Año de estreno en España.
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