Extremacáceres
Ecléctico y subjetivo
viernes, 6 de noviembre de 2020
Coronavac
Como no es una vacuna "new"* CoronaVac (SINOVAC Biotech) no sale en tertulias de “expertos”. Tan "new" quieren tecnológicamente que sean las futuribles vacunas contra "el bicho" que no hay en el mercado otras similares -y por tanto ya contrastadas- para ninguna enfermedad infecciosa vírica humana, frente a las que sí existen vacunas convencionales. Los chinos, aunque también juegan a lo "new"* y saben que cuando se obtengan y se pruebe que funcionan (o no) esas vacunas tendrán altos valores añadidos, económicos y geoestratégicos, no pierden el tiempo y por si acaso, además, ya tienen su vacuna convencional (inactivada de toda la vida, no "New") en prueba (fase III) en distintos países colaboradores. Quién crea que la foto de la publicación anterior es una fake le dejo enlace al trabajo experimental inicial publicado en Science http://science.sciencemag.org/content/369/6499/77). Yo lo que me pregunto es por qué a nadie en Occidente se le ocurre (Europa, EEUU..) hacer una vacuna inactivada de toda la vida, dado que este virus es estable genéticamente con las cepas aisladas del mismo hasta ahora sería relativamente más fácil , rápida, segura, eficaz, eficiente, barata y de tecnología contrastada su obtención. Todo ello sin renunciar a lo “New”* pero, claro, sí a la carrera comercial/geoestratégica por ver quién la mete más deprisa antes (en el mercado global se entiende). La ciencia y la prisa son siempre mala mezcla. Si añadimos, además, intereses comerciales, nacionales y estratégicos, la mezcla puede ser catastrófica.
* New: vacunas de vector vírico, recombinante de ADN/ARN, de subunidades de proteínas...etc
miércoles, 5 de agosto de 2015
Rehabilitación
He vuelto. Nueve meses entre el comienzo y fin de
obra, mas otro mes de lucidos, pintura, limpieza y mudanza. Total diez meses
fuera de casa, casi un año. Un parto largo, complicado y doloroso, para qué
vamos a engañarnos. Cada vez que veo ese programa de televisión, ahora
regional, en el que los dueños enseñan sus casas y cuentan, con esa sencillez y
naturalidad bobalicona característica de quien no le importa lucir esa parte de
su aparente intimidad en público, la elección de materiales, distribución, muebles
y por supuesto, ese detalle que estaba y se dejó porque formaba parte de
la singularidad del inmueble -un molino entero de piedra en medio de la cocina
por ejemplo-, se me hincha la vena del cuello. No conozco experiencia más
desagradable que bregar con ayuntamiento, técnicos, alarifes artistas (o sea, los
albañiles) y demás subcontratados (autodenominados profesionales del pladur,
pintura, electricistas, aluminio...etc). Esta parte no sale en el programa,
ni en la vida real. No sale porque lo que se expone es una falsa intimidad, es
sólo postureo. La intimidad no es algo que se puede añadir, por ejemplo a una
habitación, a fuerza de colocar en ella tales o cuales detalles, colores o
muebles. Nuestros íntimos son los que conocen nuestra ruina o desgracias. Lo
más íntimo de una vivienda son las estructuras invisibles que hacen que se
sostenga en pie. Paralelamente, una vivienda -que es,antes que un edificio,un
modo de vida- no es digna por nada de lo que en ella se muestra explícitamente,
sino por haber sido erigida, reformada o rehabilitada de acuerdo con una regla
invisible -la que dirige secretamente las pautas del modo de vida de sus
moradores- que la hace deseable. Bueno, pues explícale tú esto a los artistas.
Como después de los partos complicados, no obstante, la criatura crece y nos
gusta como ha quedado.
miércoles, 24 de septiembre de 2014
Shiseido
Guías de Alta Montaña, entre ellos Jorge M. Valle, mi hijo mayor, han colaborado en la realización de un spot publicitario para una marca internacional de productos de cosmética muy conocida. Aquí tenéis el "making of" del anuncio. En las tomas lejanas, donde se ve a alguien escalando en hielo, es Jorge.
jueves, 11 de septiembre de 2014
El puto amo
Hay una
anécdota apócrifa y poco conocida sobre el recientemente fallecido Botín que
circula entre algunos profesores de las Facultades de Veterinaria hace ya años.
Parece ser que allá por los años noventa coincidieron en una montería por el
norte de España, Botín y un conocido catedrático de cirugía veterinaria
aficionado a esos lances, de orígenes familiares humildes, muy respetado
profesionalmente y según los que le conocían, directo, de carácter fuerte y
maneras toscas. Durante la batida ,mientras esperaban el paso de las piezas,
entablaron conversación sobre la Universidad: que si estaba bien, que si estaba
mal ... La cuestión fue derivando en intensidad a un punto en el que nuestro
catedrático, que parece ser no se achantaba por el personaje, le espetó así a esta pregunta del banquero:
- ¡ Y tú ! ¿Tú cuánto ganas de catedrático ?
- Más que tú, ¡más que tú! No tengo horarios, me voy cuando quiero, como todos los días en casa y descanso los puentes, Semana Santa, Navidades y vacaciones de verano, cosa que tú no puedes hacer, así que yo gano más que tú....
La anécdota finaliza aquí, nadie sabe si continuó la conversación o cómo acabó la misma. El caso es que desde que me la contaron, hace ya muchos años, tengo metido en la cabeza que fue éste el momento y el motivo por el cual Emilio Botín empezó a fijarse en la Universidad, ese sitio donde había personas con un puesto fijo que no le rendían pleitesía y alardeaban de trabajar poco (aunque no fuera esa la intención de la "boutade" de nuestro colega ni tampoco su realidad). Y se fijó tanto, que hoy día, UNIVERSIA la apuesta personal del banquero por hacerse con la Universidad pública a través de distintas iniciativas privadas tiene presupuestado 700 millones de euros en el contexto geográfico español y latinoamericano para el año 2014. Este señor, el puto amo, además de evasor fiscal, pasaba por un gran mecenas de la Educación Superior. Pero yo creo que su interés principal estaba movido por la soberbia de quién no perdona una y si les parece demasiado fantasioso mi argumento, al menos me admitirán que privatizar un servicio público siempre es y será un buen negocio y de esto entendía Botín un Rato.
- ¡ Y tú ! ¿Tú cuánto ganas de catedrático ?
- Más que tú, ¡más que tú! No tengo horarios, me voy cuando quiero, como todos los días en casa y descanso los puentes, Semana Santa, Navidades y vacaciones de verano, cosa que tú no puedes hacer, así que yo gano más que tú....
La anécdota finaliza aquí, nadie sabe si continuó la conversación o cómo acabó la misma. El caso es que desde que me la contaron, hace ya muchos años, tengo metido en la cabeza que fue éste el momento y el motivo por el cual Emilio Botín empezó a fijarse en la Universidad, ese sitio donde había personas con un puesto fijo que no le rendían pleitesía y alardeaban de trabajar poco (aunque no fuera esa la intención de la "boutade" de nuestro colega ni tampoco su realidad). Y se fijó tanto, que hoy día, UNIVERSIA la apuesta personal del banquero por hacerse con la Universidad pública a través de distintas iniciativas privadas tiene presupuestado 700 millones de euros en el contexto geográfico español y latinoamericano para el año 2014. Este señor, el puto amo, además de evasor fiscal, pasaba por un gran mecenas de la Educación Superior. Pero yo creo que su interés principal estaba movido por la soberbia de quién no perdona una y si les parece demasiado fantasioso mi argumento, al menos me admitirán que privatizar un servicio público siempre es y será un buen negocio y de esto entendía Botín un Rato.
martes, 3 de junio de 2014
Abdicar
La abdicación es la guinda perfecta para este pastelazo que nos hemos
tenido que tragar cucharada a cucharada durante casi treinta y nueve
años, los mismos que duró su mentor y antecesor en el cargo. Pero ya se
ha dicho tantas veces que no importa repetirlo otra: el esclavo no
quiere ser libre, quiere ser amo. Los siervos, más que amar a su rey,
más que odiarlo, lo envidian. Manuel Prado, Armada, Mario Conde,
Urdangarín: la comedia monárquica es como un ogro que va devorando a sus
hijos, alimentándose de sus propios errores. No importa cuántos
escándalos, cuántos tropiezos, cuántas mentiras o ausencias jalonen su
reinado. La zarzuela sigue adelante y nadie puede detenerla. ¿O es que
alguien va a salir de entre el coro de aduladores y súbditos para dar la
voz de alarma y decir que el traje de superhéroe que hemos adorado
durante décadas no existe ni existió nunca? ¿Qué niño insensato se
atreverá a decir en voz alta que el rey está en pelotas? Felipe, yo no soy tu siervo y tú no vas a ser (mi) rey.
domingo, 4 de mayo de 2014
Trinidad y Bernardo
Estos señores de la fotografía eran mis bisabuelos paternos. Tuvieron tres hijas, una de ellas mi abuela. Las otras dos, tías de mi padre, murieron sin hijos. Soltera y practicamente virgen la una y viuda la otra. Se llamaban Nina y María. Las dos desarrollaron un exacerbado gusto por la verborrea sin sentido cuando se les daba pie -o sin dárselo,que era casi siempre- y además, la segunda añadió una diletante y tardía vocación historiográfica respecto de su apellido, Saro, hasta que, según ella, consiguió documentar que un antepasado suyo había fundado una pequeña villa del Valle de Santamaría de Cayón (Santander) llamada Sarón. Lo cual la hizo especialmente prepotente y pesada cuando se lo contaba a cualquiera; por ejemplo a mi primo. Las tres hermanas vivían juntas en la misma casona cántabra situada en una pedanía de Sarón, mi abuela en la planta de abajo y sus hermanas en la planta de arriba.
Cuando mi padre nos llevaba en verano a ver a mis abuelos había que cumplir con el rito de subir a la planta de arriba y saludar a las tías que, expectantes, esperaban tener a quién aturdir. El único que no subía era mi padre, detalle del que me percaté más tarde cuando tuve edad para ello. El caso es que, después del óbito de estas dos señoras, mi padre, que era el mayor de los sobrinos (los hijos de mi abuela) se hizo cargo de la gestión de las dos herencias, o al menos así se lo hicieron creer y durante muchos años hizo viajes con un maletín de oficina, intentando ordenar los papeles y poner de acuerdo a sus hermanos, cuñados y sobrinos. Se murió sin conseguirlo. Entonces empecé a viajar yo con la misma intención y el mismo maletín, al que fui añadiendo algunos documentos que iba encontrando aquí y allá, que evidenciaban que la estulticia de las causantes junto con algo de codicia -lo que llamo el efecto pasiego- por la cercanía de los parientes del norte con las fallecidas y cierto encono familiar por ello, impedían la resolución de ambas herencias. Después de algunos viajes el problema principal, el proindiviso de las siete fincas que consituían la herencia, se resolvió y a medias con mi hermana me quedé con un prado, que seguía a nombre de mi bisabuela, Trinidad Alonso Muriedas y que es lo que más me costó poner al día. La parte de la casona cántabra donde vivían estas señoras resultó que ya se la habían donado, antes de morirse, a un primo mío, el que escuchaba con atención, las veces que hiciera falta, la historia de la fundación de Sarón poniendo cara de estar realmente interesado. La otra parte, donde vivía mi abuela, se sorteó y casualmente le tocó a la madre del mismo primo que vengo citando, haciéndose éste feliz y finalmente con toda la casona. También ha heredado la prepotencia y pesadez de las tías abuelas. Acabada mi gestión tengo una sensación agridulce que espero que el tiempo transforme directamente en indiferencia. Fin de la historia.
Cuando mi padre nos llevaba en verano a ver a mis abuelos había que cumplir con el rito de subir a la planta de arriba y saludar a las tías que, expectantes, esperaban tener a quién aturdir. El único que no subía era mi padre, detalle del que me percaté más tarde cuando tuve edad para ello. El caso es que, después del óbito de estas dos señoras, mi padre, que era el mayor de los sobrinos (los hijos de mi abuela) se hizo cargo de la gestión de las dos herencias, o al menos así se lo hicieron creer y durante muchos años hizo viajes con un maletín de oficina, intentando ordenar los papeles y poner de acuerdo a sus hermanos, cuñados y sobrinos. Se murió sin conseguirlo. Entonces empecé a viajar yo con la misma intención y el mismo maletín, al que fui añadiendo algunos documentos que iba encontrando aquí y allá, que evidenciaban que la estulticia de las causantes junto con algo de codicia -lo que llamo el efecto pasiego- por la cercanía de los parientes del norte con las fallecidas y cierto encono familiar por ello, impedían la resolución de ambas herencias. Después de algunos viajes el problema principal, el proindiviso de las siete fincas que consituían la herencia, se resolvió y a medias con mi hermana me quedé con un prado, que seguía a nombre de mi bisabuela, Trinidad Alonso Muriedas y que es lo que más me costó poner al día. La parte de la casona cántabra donde vivían estas señoras resultó que ya se la habían donado, antes de morirse, a un primo mío, el que escuchaba con atención, las veces que hiciera falta, la historia de la fundación de Sarón poniendo cara de estar realmente interesado. La otra parte, donde vivía mi abuela, se sorteó y casualmente le tocó a la madre del mismo primo que vengo citando, haciéndose éste feliz y finalmente con toda la casona. También ha heredado la prepotencia y pesadez de las tías abuelas. Acabada mi gestión tengo una sensación agridulce que espero que el tiempo transforme directamente en indiferencia. Fin de la historia.
martes, 18 de febrero de 2014
La Habana 2000
La Habana, agosto 2000, una semana por libre y mi Olympus OM2. La gente con la que te cruzabas no tenía inconveniente en dejarse fotografiar y salieron algunas fotos bonitas.
lunes, 6 de enero de 2014
Jaime Gil de Biedma
No volveré a ser joven
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante-.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan solo
las dimensiones del teatro-.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)